Una lúcida reflexión poética sobre el quehacer del traductor

Al traductor

Ya sea que encuentres la alondra de Virgilio
O el albatros de Baudelaire, o el ruiseñor de Verlaine,
Tu conquista en la otra lengua
Es no dejarte seducir por estos pájaros libres,
Es ser dueño de ti mismo sin violencias.
Mi querido pajarero, es claro que sin esfuerzo
Y sin traiciones no obtendrás nada, poeta,
Aunque hayas sido otro botánico del mal,
Otro pastor de idilio entre las piedras sagradas.
Porque el verso ajeno es resbaladizo como el dios Proteo:
Es imposible abarcarlo temerariamente.
Tienes al pez por la cola, pero él se desliza
Húmedo y escapa de la red endeble.
¡Con Proteo hay que ser Proteo, el equivalente
De una máscara, es una máscara!
Traductor, eres un ocioso que entretiene con su cuento a la gente.

Viacheslav Ivánov (Versión de Jorge Bustamente García)
(Fuente: la Gaceta del Fondo de Cultura Económica, marzo de 2013)